domingo, 3 de febrero de 2008

De una exposición en Granada, en Abril de 1980



Me envía Luis Labrador, el maestro segoviano, dos fotos de otras tantas acuarelas de García Bonillo de las que no tenía noticia, y se lo agradezco doblemente, primero por la belleza de estas acuarelas, extraordinarias ambas, y además por el detalle de que tan buen y prestigioso acuarelista vea conveniente que se publiquen en este blog, lo que resulta un
La Alberca (Salamanca)
espaldarazo a la labor que aquí estamos haciendo. La verdad es que ya Luis me lo había expresado, y yo agradecido.

Dice Luis que las ha tomado de un catálogo de una exposición de Bonillo en Madrid, en torno a 1989. Estas dos acuarelas bien merecen un comentario más detenido sobre la extraordinaria técnica del gran maestro granadino, que pasamos a realizar.


Granada

Me dice Antonio Corral -al tiempo que me manda fotos de dos de las cuatro acuarelas que tiene él- : " De las dos últimas acuarelas que has publicado, magníficas por cierto, creo que no son de una exposición de Madrid, sino de Granada. En unos de los católogos que te enviaré (abril de 1.980), vienen las dos y fueron de una exposición de la Caja de Ahorros de Granada, que yo visité y creo que las vendió las dos. En el mismo catálogo hay otras más que te gustarán."

Modifico, pues el título. Y paso al comentario.

Estas dos acuarelas quizá sean, desde el punto de vista técnico, de las más representativas de García Bonillo, creo yo, porque en ellas se ve claramente cómo el maestro pintaba en negativo y sacando luces, que solemos decir; pero además haciéndolo con el pincel, esto es, pasando éste, seco, por la primera aguada, para que se lleve color y aparezcan, sucesivamente, las formas pretendidas, con tonos más claros. Es como dibujar borrando en superficie previamente ennegrecida, o como veíamos a la artista que ha salido estos días en la tele, haciendo formas a base de retirar la arena que había extendido sobre un cristal iluminado. Claro, mucho más difícil cuantos más matices consigas producir. Y las acuarelas del gran maestro tenían miles de matices.

En acuarela, al absorber el pigmento ya depositado en el papel, además del efecto “negativo”, se produce algo que los acuarelistas buscamos como la expresión aúrea: que los bordes queden suaves, que no haya rayas. Es conocida la importancia de los degradados en toda pintura figurativa, porque en la realidad no vemos las cosas separadas por cortes bruscos; pero en la acuarela, además de los degradados propiamente dichos –formas que reducen la luz progresivamente- se puede conseguir de diversas formas que todas las transiciones sean suaves, y en ello se ve al que domina la técnica, al maestro de la acuarela, como lo era, enorme, Rafael García Bonillo. Hablaremos más de ello en Tres Foramontanos, con este título: “Pintar en negativo y sacando luces”. Que, creo yo –y someto esta opinión a la mejor de cuantos compañeros quieran profundizar- era el “secreto” de Bonillo, del que tanto se ha hablado. Como decimos por aquí, esa es la conversación.

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